Hay momentos en nuestra vida en los que sentimos que ya no podemos más. Estamos sin fuerzas, parecemos autómatas… sabemos que tenemos que parar y hacer cambios, pero seguimos con el piloto automático encendido hasta que un día “estallamos”, ya que hemos llegado al límite donde el agotamiento psicológico es extremo.

¿Y si prestas atención a tu voz interna antes de que esto ocurra y observas cómo te sientes? Identifica las señales que te va enviando tu cuerpo: cansancio, irritación, dolores musculares, de cabeza…

Empieza a escucharte y identifica los síntomas que te avisan, ¿de qué manera?

Contesta a estas preguntas:

  • ¿Estás con un cansancio continuo?
  • ¿Notas que te falta energía, fuerzas para seguir adelante, te falta vitalidad?
  • ¿Sientes que todo te desborda?
  • ¿Notas que tu atención, tu concentración, memoria… se ven reducidos?
  • ¿Ha disminuido tu rendimiento en el trabajo y/o en los estudios?

Si has contestado con más de un SI a las anteriores preguntas, debes saber que te encuentras en una fase de agotamiento.

Debes saber que somos nosotros quienes elegimos dónde invertimos nuestro tiempo y energía, y en el caso de que no podamos cambiar lo que ocurre a nuestro alrededor, siempre podemos decidir la ACTITUD que tomamos.

¿Qué te sugiero?

  • Detectar las señales de alarma y no ignorarlas.
  • Bajar el ritmo. Tómate tiempo para relajarte, tomarte un descanso cuando lo necesites…
  • Pedir ayuda.
  • Poner límites. Aprender a decir “NO”.
  • Tomar distancia de las personas “tóxicas”.
  • Revisar tus prioridades.
  • Establecer unos hábitos sanos de sueño, comida y ejercicio físico.

Y no te olvides de que tu recuperación debe seguir su proceso normal, no la fuerces, ya que cada cuerpo y cada persona tiene SU tiempo.

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