La Navidad nos invita a celebrar y compartir con la familia, de este  modo se presentan importantes retos para aquellas familias que han perdido a un ser querido, y más especialmente si la pérdida se ha producido recientemente, y este es el primer año en el que se debe afrontar la celebración de la Navidad.

¿Cómo celebrar las fiestas si me siento triste por la pérdida reciente de un ser querido?

¿Tiene sentido celebrar algo cuándo no se tiene ánimo de hacerlo?

En estas fechas, aquellas personas que se encuentran en un proceso de duelo se sienten todavía más tristes, sin fuerzas para decorar la casa, comprar regalos, organizar comidas familiares… y hay una nueva invitada a la mesa: la ausencia; el vacío que ha dejado el ser querido que ya no está.

Hay distintas formas en las que una familia se enfrenta a ello, es decir, qué hacen y cómo lo hacen, que recursos ponen en marcha para dar respuesta al evento al que se están enfrentando.

La familia tendrá que hacer esfuerzos (cognitivos y conductuales) para manejar las necesidades propias y del resto de familiares, quizás con temor a no ser capaces de afrontarlas.

Es por ello que muchas familias actúan como si no hubiera ocurrido nada, desviando la mirada del lugar que ocupaba el fallecido en la mesa de Navidad. Esta es una reacción comprensible ya que el dolor es tan intenso que se intenta evitarlo a toda costa, lo malo es que no hay lugar para la expresión del dolor.

Otras formas de “evitación”  y que no van a ayudar en absoluto, pueden ser: consumo excesivo de alcohol, ingesta y compras compulsivas…

En definitiva, con este tipo de afrontamiento no se resuelve el problema y se pierde una oportunidad para compartir el dolor de la ausencia con nuestros seres queridos.

Sin embargo, otras familias optan por una estrategia de afrontamiento activa.

¿De qué manera?

La persona fallecida no está, pero sigue presente en el recuerdo de todos. Los familiares han acordado qué hacer con el espacio vacío que hay en la mesa en las fiestas de Navidad.

Algunas colocan una vela encendida, o una fotografía…, como símbolo de reconocimiento y respeto al fallecido.

En ocasiones, hay familias que incluyen en el menú el plato preferido del fallecido a modo de homenaje.

Hay quien prefiere hacer un brindis por la memoria de quién ya no está…

Se trata de pequeños rituales que permiten compartir el dolor y expresar el vínculo afectivo que persiste con la persona que murió.

En este tipo de estrategia los familiares se dan permiso para hablar de cómo se sienten ante la ausencia, y entienden que es natural que en determinados momentos alguien necesite llorar o sentirse triste.

Otras familias reorganizan las funciones y los roles, tratando de encontrar una nueva forma de celebrar las navidades que resulte satisfactoria para todos sus miembros: quizás sea un buen momento para reinventar una nueva Navidad adaptando los rituales y costumbres navideños a la nueva situación.

No existe una forma mejor ni peor de afrontar las fiestas navideñas cuando se está en duelo.

Cada familia debe encontrar una manera de organizarlas que haga sentir bien a todos sus miembros, consiguiendo que éstas no impliquen un dolor añadido al de la pérdida.

No te preocupes si estás brindando por el año nuevo y se te escapan las lágrimas, no importa si ríes mientras le recuerdas, sólo tienes que tener presente que el hecho de que hayas perdido a alguien a quien quieres no implica que la vida no siga su curso ni debes de sentirte culpable por ello.

Seguro que tienes motivos por los que sonreír cada día, y tienes familia, amigos… que pueden ayudarte en estos momentos “difíciles”; y te ayudarán a mostrar la mejor de tus sonrisas a la vida y dedicársela a quien has perdido, porque si no lo haces por ti, házlo por ellos.

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