Es frecuente escuchar que son muchas las parejas que durante el periodo vacacional ven como la relación se ha ido deteriorando o incluso ha empeorado, y es entonces cuando la posibilidad de las separaciones aumentan cuando el verano llega a su fin.

Discusiones, expectativas demasiado altas puestas en el otro…

Todos sabemos que lidiar con las obligaciones, los horarios del día a día de una familia, los trabajos, preocupaciones diarias, disponibilidad de pasar poco tiempo juntos… no ayuda a que la convivencia sea todo lo buena que esta podría llegar a ser.

Cuando llegan las vacaciones disminuyen las preocupaciones, intentamos disfrutar del otro, desconectamos…
Pero a veces el tiempo que compartimos nos muestra a una persona distinta a la que conocimos o de la que nos enamoramos en su día.

Parece que desaparezca aquella conexión que teníamos y aparecen los malos entendidos, las discusiones…

Aquí hay que aclarar que NO son las vacaciones las que deterioraran a las parejas.

Lo que ocurre es que en este periodo de “tranquilidad” es donde se comparte más tiempo juntos y sale a la luz la falta de comunicación y los problemas que se llevan arrastrando de la vida en común; y si no se solucionan las diferencias en su momento acaban pasando factura de formas no demasiado agradables.

Me gusta utilizar la metáfora de la flor cuando hablo del amor.

El amor es como una flor que requiere que la vayamos regando a menudo, y cuando ya está marchitada por mucho que la sigamos regando ya no hay nada que hacer porque ya está muerta.

Así que cuida tu relación si de verdad te importa a diario antes de que se marchite.

 

Algunas recomendaciones

  • Aumentar la comunicación.

A cada problema debemos encontrar una solución, y ésta se encuentra dialogando de manera asertiva.

  • Evitar la rigidez.

Debemos trabajar nuestras habilidades de negociación.
Es necesario ceder en algo para llegar a acuerdos.

  • Recuperar el tiempo de CALIDAD con tu pareja.

El desgaste de ésta no se puede solucionar de una manera rápida y fácil.
Conlleva un trabajo diario y un esfuerzo personal por ambas partes donde reine la comprensión y el amor.

 

Como bien dice Walter Riso:

“El amor tiene dos enemigos principales: la indiferencia que lo mata lentamente, y la desilusión que lo elimina de una vez”.

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