Todos conocemos a personas que nos transmiten buena energía, mucha vitalidad con cada cosa que hacen, que tienen una gran fuerza interior a la hora de enfrentarse a las diferentes situaciones de la vida.
Acostumbran a ser: alegres, creativos… en realidad, es el estado natural de los niños y es la actitud con la que venimos al mundo.
Entonces, ¿si venimos cargados de fuerza por qué perdemos el entusiasmo?
Gran parte de ello se debe a la educación que hemos recibido tanto en la escuela como en la familia.
Cuando escucho en Terapia pacientes que me dicen: “Tocar la guitara se tiene que aprender de pequeño, de mayor se convierte en una tarea más difícil, ya no tengo edad para aprender…” -hablamos en este caso de una persona joven, de 45 años.
En este caso, nos encontramos a una persona con unas creencias limitantes aprendidas (éstas nos conducen a perder la ilusión, la motivación, el entusiasmo…).
¿Qué hacer entonces?
Cuestionarnos, aprender los aspectos positivos que se pueden extraer (por ejemplo: perseverancia, esfuerzo…) y dejar la parte negativa a un lado.
Ilusionarnos en aquello que nos gusta.
Así que te invito a que rescates esa vitalidad y entusiasmo que tuviste cuando eras niño, ya que te permitirá alcanzar mejor tus objetivos.
Lánzate en busca de tus sueños
Posiblemente te estés preguntando ahora mismo:
¿Cómo? ¿De qué manera?
- Empieza reviviendo instantes emocionantes: recuerda aquellos momentos en los que te has sentido lleno de energía y no has dejado que te paralizaran tus miedos para conseguir lo que querías.
- Muévete: pasa a la acción. Como ya te he comentado en algún post anterior, el camino se hace andando.
- Empieza por cosas pequeñas: No te plantees grandes objetivos, es mejor que empieces dando pequeños pasos (sigue la filosofía Kai Zen).
- Escucha a tu mente y a tu corazón: pon ilusión en aquello que quieres siendo coherente entre lo que tu cabeza dice y tu corazón siente.
- Define tus objetivos y disfruta el trayecto.
¿Por qué no aprender de los niños?
Tienen mucho que enseñarnos.
Ellos viven la vida con la mente de principiante: observando todo por primera vez, disfrutando, tocando, preguntando, viviendo…
Relaciónate con ellos: para recuperar la ilusión es básico estar en contacto con los niños. Observa cómo disfrutan, cómo viven el momento…
Contágiate de su alegría: recuperemos la diversión que hemos perdido olvidando las reglas. A nivel personal, me encanta cantar y bailar con los míos.
No pierdas más tiempo: ha llegado el momento de reconocer dónde te has perdido y qué habilidad la humanidad está esperando que desarrolles para nutrirse y beneficiarse con tu presencia.
Ríe, llora, ama, ilusiónate, peléate, reconcíliate, perdona, grita, besa, abraza…
Da todo de ti y sé tú mismo siempre.
¿A qué esperas?
¡ Adelante !
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