Dicen que las mejores cosas no se planean, que simplemente suceden y que es mejor no presionar al tiempo.

Porque realmente si algo debe pasar, sucederá de todas maneras.

Y si no debe hacerlo, pues no lo hará.

Parece simple, ¿verdad? Pues de hecho, así es.

He podido ir comprobando a lo largo de mi camino que las mejores cosas me han sucedido sin buscarlas ni planearlas… simplemente han aparecido.
Llámalo destino, casualidad, causalidad… como quieras.

Por eso de vez en cuando es bueno no planear ni esperar, y rebajar las expectativas.

El hecho de que las cosas sean más sencillas de lo que inicialmente nos planteamos nos abre un gran abanico de posibilidades para disfrutar de la vida desde otra perspectiva mucho más relajada para nuestro bienestar.

Hay un proverbio zen que tengo muy presente y espero que te resulte tan útil como a mí:

 

“Si algo tiene solución ¿por qué te preocupas?
Y si no la tiene ¿por qué te preocupas?”

 

Parece obvio ¿no? Entonces… ¿por qué no aprendemos y aceptamos que hay ciertas cosas que se escapan de nuestro control y que en muchas ocasiones dejar que la vida fluya y aceptar las circunstancias actuales es la mejor de nuestras opciones?

 

Todo pasa, todo llega, todo cambia

Somos la suma de lo que vivimos, digerimos… de vez en cuando es necesario huir de nosotros mismos, de nuestras expectativas, de contar hasta diez y rellenar de oxígeno puro nuestros pulmones…

Cuando algo o alguien en nuestra vida tiene que ser un punto y final, que lo sea; pero debemos respetar los puntos suspensivos, las comas y también los puntos y aparte.

Para esto debemos aprender a relajarnos, a no mirar con lupa aquellos pensamientos que nos hacen daño y contemplar la vida con paciencia.

A no estar tan pendiente de las piedras que nos encontramos en el camino, de las heridas no cicatrizadas, de las expectativas altas… a veces necesitamos desenfocar nuestra cámara y dejarnos llevar por las casualidades.

Es el momento de utilizar TODO lo que tienes en tus manos para enfocarte en vivir de otra forma.

 

¿Lo intentas?

 

Te sugiero a continuación algunas opciones que a mí me ayudan a centrarme en el aquí y en el ahora (el momento presente que es el que tenemos):

  • Leer y escribir: actividades que están relacionadas con el arte.
  • Pintar o dibujar: actividades que implican creación artística.
  • Contemplar una puesta de sol, el amanecer: cualquier actividad que implica apreciación de la belleza.
  • Meditar y practicar pilates: actividades que nos conectan con el momento presente y buscan el equilibrio entre la mente, el cuerpo, el alma y el espíritu.

 

¡ Hasta el próximo post !

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