Mindfulness es una filosofía de vida que nos enseña a cómo hacer menos y siendo más conscientes nos puede ayudar a vivir mejor en este mundo estresante.

Se trata de una cualidad humana básica: la capacidad de estar presentes con nuestra experiencia inmediata con una actitud de curiosidad, apertura y aceptación.

Cuanto más presente estamos, menos cosas nos perdemos.

Los niños son los que más atención plena realizan del mundo y juegan, ríen, no se preocupan por el futuro ni dan vueltas al pasado, aprenden como esponjas, viven cada experiencia como si fuera la primera vez …

El problema es que con el tiempo van perdiendo esta capacidad y se vuelven adultos.

Además, también tienen sus puntos débiles: a veces no saben vivir plenamente sus emociones, y sobre todo las negativas: miedos…

No es difícil que aprendan la técnica porque juegan con la ventaja de la “mente principiante”: viven los momentos con más intensidad.

Sabemos que los pensamientos no cesan.
Sólo podemos hacer que cesen yendo a ellos.
Dejando de escucharlos.

La práctica de Mindfulness con los niños puede propiciar este momento de “pausa mental” para poder dejar de ser y pensar, y simplemente SER.

Mindfulness puede ser de gran ayuda para los niños que están demasiado estresados, angustiados, dispersos … para que vuelvan a encontrar su centro y tranquilizarse.

A nivel general, puede ayudarles a adquirir más humanidad, aprender a cultivar desde pequeños las capacidades de presencia en el mundo y a tomar conciencia de éste.

Les ayuda a aprender a reconocer y gestionar las emociones, disminuir las preocupaciones, aumentar la memoria y trabajar la atención.

 

¿Qué aprenden con los ejercicios de Mindfulness?

Mejorar la concentración, lo que mejora su memoria.
Reaccionar menos impulsivamente, no hacen sin más aquello que piensan que tienen que hacer.
Influir en su mundo interior, sin tener que negar o reprimir nada.
Aumento de la consciencia corporal.
Aprender a respirar conscientemente.
Mejorar la paciencia, una oruga no se convierte en mariposa en un día.
Mejorar la empatía y la comprensión de los otros…

La atención comienza con la respiración y debe cultivarse, se entrena y perfecciona.

Al igual que ejercitamos un músculo determinado al moverlo una y otra vez, los niños pueden ejercitar el músculo de la atención con todos los sentidos.

Preguntemos cómo lo viven: las experiencias no son ni buenas ni malas, son vivencias de cada momento.

 

Para obtener estos beneficios se debe practicar y trabajar a diario para conseguirlos.

 

Infórmate de los talleres que imparto en guarderías y en familia enviando un mail a: aidacanals@copc.cat

 

Me gustaría terminar este post con una frase de Dalai Lama que espero que te inspire:

«Si le enseñáramos meditación a cada niño de ocho años, eliminaríamos la violencia en solo una generación.»
Dalai Lama

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