El complejo se debe a una percepción distorsionada de uno mismo, que surge al compararse con otras personas o modelos impuestos por la sociedad, y que acaban por producir pensamientos irracionales que llevan a: la inseguridad, la falta de confianza en las propias capacidades, la pérdida de autoestima…, afectando y condicionando la relación con los demás y con la vida.
La familia y la escuela pueden ser los principales inductores de los complejos que aparecen durante la infancia, al no sentirse los niños suficientemente queridos, valorados y apoyados.
A veces es una característica física que les hace diferentes a sus compañeros y amigos la que propicia la aparición de un complejo.
El problema es que si no se pone remedio, los complejos surgidos en la infancia se pueden acentuar tras la pubertad.
Pero también es la propia sociedad la que puede generar complejos en personas ya adultas que sientan que no pertenecen, por ejemplo, a los modelos de belleza que se imponen desde los medios de comunicación.
La mayoría de los complejos son físicos, pero hay otros que tienen un condicionante psicológico fundamental, como es el caso del complejo de inferioridad, superioridad…
También hay otros que tienen nombre propio y que definen actitudes concretas:
- El de Edipo: un hombre compara a todas las mujeres con su madre.
- El de Electra: una mujer no encuentra el hombre idóneo al compararlos a todos con su padre.
- El de Peter Pan: la persona se niega a madurar y evita enfrentarse a responsabilidades.
- El de Blancanieves: se desea ser el centro de atención y contar con la aprobación de los demás a todo lo que se hace.
Se trata de reconocimiento, aceptación y deseo de superarlos primero para seguir unas pautas posteriores como:
- Valoración por lo que uno es y no por lo que otros digan.
- Hay que actuar en función de los propios criterios sin tener en cuenta lo que otros querrían.
- Aprender a quererse y aceptarse con los defectos y las virtudes.
- Reconocimiento de las propias limitaciones.
- Buscar todo lo positivo que hay en nosotros y reforzarlo.
Aceptar los complejos y aprender a vivir con ellos es la mejor manera de llegar a superarlos.
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