En nuestro viaje por la vida llegan momentos en los que el camino no va en línia recta y se deben tomar decisiones sobre la nueva dirección a seguir.

Es importante ser conscientes de que se aproxima un momento donde se debe tomar una opción y ir previendo con tiempo hacia dónde continuará nuestro viaje, evaluando nuestras posibilidades, capacidades, revisando el equipaje para ver si contamos con el material necesario para continuar…

Con esto evitaremos pasar mucho tiempo en el cruce o emprender un camino equivocado por falta de previsión o reflexión.

Uno de estos momentos cruciales se presenta ante los adolescentes al acercarse el final de la ESO.

Es un momento delicado, pues deben elegir un itinerario formativo que puede determinar o condicionar su futuro.

 

Tomar una decisión

Tomar una decisión de este tipo alrededor de los 16 años, en plena adolescencia, no es nada fácil.

Es bueno que sepamos que en esta etapa de la evolución de todo ser humano la persona se encuentra realizando “tareas” muy importantes: distanciamiento de la relación de dependencia con los padres, mayor autonomía para encontrar la propia identidad…

Sin embargo, las capacidades intelectuales del adolescente tienen algunas limitaciones que pueden impedir que se  tomen las decisiones adecuadas o, al menos, constituirán una dificultad a la hora de tomar la mejor opción.

El pensamiento adolescente se puede ver limitado por la incapacidad de ver diferentes perspectivas a la suya o soluciones a un problema (egocentrismo).

Esta incapacidad del adolescente de salir de su centro para “ver” la vida desde otras perspectivas se puede manifestar de varias maneras.

Una de ellas es la necesidad de actuar para una audiencia: necesita llamar la atención, lo que puede influir en tomar decisiones no adecuadas.

Otra manifestación es imaginarse en el futuro, vivir una especie de “mundo ideal”, pero sin tomar las decisiones o dar los pasos necesarios para alcanzar ese futuro en el presente.

Su capacidad de razonamiento le puede jugar una mala pasada.

De hecho, es normal que el adolescente tienda a pensar demasiado en las opciones y alternativas; prevé tantas, que no se siente capaz de optar por ninguna, o, a veces, opta por la menos adecuada.

En estas circunstancias se encuentran los adolescentes cuando al final de la ESO deben elegir entre: las diferentes modalidades de bachillerato, ciclos formativos o incorporación al mercado laboral.

No basta optar por una de ellas, pues cada opción presenta al mismo tiempo diferentes alternativas: qué bachillerato o qué ciclo formativo.

Optar por incorporarse al mercado laboral puede tener para el adolescente el atractivo de alcanzar una independencia económica, pero la desventaja es la falta de cualificación y la precariedad de los empleos a los que podría optar.

Al mismo tiempo, el tener que decidirse por una de estas opciones puede convertirse en una oportunidad de crecimiento y de desarrollo para el adolescente, ya que le ayudará a crecer en autodeterminación, autoestima y a delinear su identidad si la decisión ha sido acertada, pudiendo producir los efectos contrarios si la decisión ha sido errónea.

 

Algunas Recomendaciones:

• Hablar, compartir sus intereses y inquietudes, ofrecer sin imponer diferentes puntos de vista y otras posibilidades.
• Animar a explorar diferentes “rutas” y a valorar los pros y contras de cada una ellas. Estudiar las diferentes alternativas.
• Invitar a desarrollar actividades y aficiones que potencien sus habilidades y que le proporcionen información sobre sus gustos, intereses y capacidades.
• Generar un clima de confianza, confiar en su capacidad de tomar decisiones.

 

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